Desde los Orígenes
Peñaflor es, como muchos lugares del sur de España, un claro ejemplo de la sucesión de distintas culturas a lo largo de su historia.
Podemos afirmar que nosotros, sus habitantes actuales, somos el fruto de la acumulación de esa riqueza cultural e hijos del mestizaje de este crisol de sociedades humanas.
A parte de nuestro patrimonio arqueológico más patente y renombrado, los hallazgos no se limitan al interior y a las cercanías de su entramado urbano, sino que bañan todo su término que ha ido variando en extensión a lo largo del tiempo.
Tenemos noticias de hallazgos de restos neandertales en trabajos de minería, así como de la gran estela pre-tartésica con representaciones claras sobre dicho menhir o “turuño” de un guerrero junto con armas bien definidas que delatan la existencia de tribus indígenas en las inmediaciones de Peñaflor. Dicha estela es parecida a las encontradas en todo el suroeste peninsular, incluso en Portugal, que parece fueron utilizadas para delimitar el territorio de un determinado clan o sociedad humana alrededor del 1500 a. C., anterior a la llegada de la influencia exterior de Cartago y Roma e incluso durante esta ocupación.
Igualmente, de épocas remotas como las anteriores piezas son la multitud de herramientas de piedra y silex rudimentarios encontrados en distintos lugares de nuestro término, así como restos constructivos como el importante enclave de “La Cerquilla”.
Quizás el topónimo del lugar donde se encuentra este poblamiento íbero nos de la clave pues “El Turuñuelo”, como así se llama la finca, viene a describir el lugar de un “turuño” o “toruño”, en otras palabras un dolmen o menhir.
Roma: Un periodo de gran esplendor
Respecto al periodo romano, sobre todo en el periodo final de esta cultura en nuestro territorio a finales del siglo II d. C., existen en nuestro término infinidad de hallazgos de “villas” y casas romanas fuera de la ciudad de Celti propiamente dicha, quizás acuciadas por la subida de impuestos y el nivel de vida impuestos por Roma en la ciudad respecto a lugares alejados de los servicios urbanos.
Más de 100 yacimientos de esta época se encuentran diseminados por el término de Peñaflor siendo uno de los más ricos de la Bética Romana.
El hallazgo de aras y lápidas funerarias de época romana catalogadas hasta la fecha es el más rico de la provincia, dando una visión de la riqueza y de los propios habitantes de estas tierras en los primeros siglos de nuestra era.
Podemos citar innumerables hallazgos de este tipo, algunos en buen estado de conservación, colocados en lugares estratégicos del pueblo a lo largo de los siglos, como es el caso de la esquina sur del antiguo Pósito, hoy Biblioteca Municipal o las esquinas de la Parroquia de San Pedro Apóstol, bases de columnas como la de la esquina de la calle Blancaflor con Calle Nueva o el fragmento de ara en la calle Concepción Ruiz.
En la Ermita de Ntra. Sra. De Villadiego también podemos apreciar un granado grupo de restos de este tipo diseminados por el patio de entrada, aunque en el siglo pasado ha sufrido el robo de varios de estos riquísimos testigos de otro tiempo.
Yacimiento de la ciudad Romana de Celti
Hablar de Celti es hablar del periodo de mayor esplendor de nuestra tierra pues, de la mano de la agricultura y la minería, la Bética Romana se situó en el mapa del Imperio Romano, siendo muy apreciados productos como el aceite, el trigo, el vino y los minerales producidos en esta zona y comercializados con el exterior de la península ya desde el periodo orientalizante, con exportaciones sobre todo fenicias.
La estratificación que quedó al descubierta tras las obras del ferrocarril a su paso por “La Viña”, destruyendo parte de la ciudad de Celti, desveló claramente la superposición de distintas capas históricas sucesivas que van desde el periodo pre-tartésico y tartésico hasta el final periodo romano, observándose el reaprovechamiento de trazados y construcciones, incluso en la actualidad, como es el caso de la Ermita de Ntra. Sra. de la Encarnación, siguiendo el trazado de las calles de la ciudad romana Suroeste- Nordeste, en disonancia con el trazado urbano de la calle San Pedro, donde se ubica.
En el monte Testaccio de Roma puede encontrarse los restos de las ánforas olearias llegadas desde todo el Imperio entre las que se hallan los sellos de “POP Celti” y de los comerciantes hijos de esta tierra, por no ser rentables su reutilización.
En el yacimiento arqueológico de “La Viña” (al oeste del entramado urbano actual) podemos vislumbrar la grandeza de aquella ciudad romana por la observación de los todavía visibles restos del entramado urbano y sobre todo del foro, el acueducto y otras dependencias. Junto a este yacimiento forman un todo con los de “Pared Blanca”, divididos por las calles San Pedro y Calvario.
Tal importancia llegó a tener esta ciudad a orillas del Río Betis (La autopista de la antigüedad) que incluso disponía de moneda de acuñación propia con tres variantes compartiendo la figura de un jabalí sobre lanza o venablo y la palabra Celtitan o Celcitan, al igual que un posiblemente de un anfiteatro al norte de la ciudad.
El Higuerón y los alfares romanos
Si algo llama la atención al visitante de Peñaflor es la estructura ciclópea de “El Higuerón”, al borde del río Guadalquivir.
Esta construcción megalítica posiblemente de periodo fenicio está construida mediante grandes piedras de más de dos toneladas, conformando un contrafuerte al sur de la ciudad de Celti posiblemente de cara a posibles inundaciones invernales del río. Hoy en día está casi descartada su posible utilización como puerto fluvial.
Igualmente por las orillas podemos observar los restos de alfares romanos como el de “La Botica” donde se producían ánforas para el transporte de productos en los barcos que llegaban e iban a Sevilla y de ésta, río abajo, hasta el mar y hasta Roma y el resto del Imperio.
Columbarios y restos de otras épocas
Integrados totalmente en nuestro municipio están los antiguos columbarios romanos (enterramientos como los actuales panteones) reconvertidos hoy en casas-cueva, algunas particulares y otras en régimen de alojamiento rural, así como la cueva visitable de “La Robledo Blanco” tras su restauración y puesta en valor.
Sobre estas se encuentran los restos de la muralla de época almohade del castillo de Peñaflor, conservándose solo dos lienzos de muralla.
A lo largo de los años, las obras de rehabilitación y construcción de nuevas casas y barrios a las afueras del antiguo casco urbano han revelado varias necrópolis y asentamientos, descubiertos por el hallazgo de construcciones de sillarejos y otros materiales, lagrimales, lucernas (lámparas de aceite romanas) y muchos otros valiosísimos restos de todas las épocas como los hallados en las obras de rehabilitación de la Ermita de Ntra. Sra. de la Encarnación del periodo visigodo.
Es bien sabido el daño que ocasiona para la conservación y conocimiento de nuestro patrimonio la expoliación incipiente por parte de buscadores y “piteros” que comercian con el mercado negro con objetos de todo tipo encontrados en nuestros yacimientos, dándose una total desubicación de restos y sobre todo un comercio ilegal de piezas que rara vez llegan a exhibirse en museos y otros lugares adecuados. Es nuestra responsabilidad la conservación de estos restos que son trazos de nuestra historia más remota y que quizás puedan darnos respuestas sobre nuestros orígenes, muchos de ellos ya irrecuperables.
Lorenzo Parra Domínguez